La pirámide de la sociedad peruana.

Extracto de La arqueología de la modernidad,
DESCO, Lima, diciembre de 1998

[Ciberayllu]

Óscar Ugarteche
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1. La geografía y el género de la pobreza

El Perú es un país que vive de espaldas a su pasado glorioso, del cual se enorgullece mostrando las ruinas de las culturas inca y pre-incas. El pasado glorioso es la vergüenza del presente y lo que hay que olvidar, cubrir, distorsionar, homogeneizar, y «blanquear». La geografía de ese pasado glorioso está en la sierra: desde las ruinas apoteósicas de Machu Picchu y Ollantaytambo hasta Chavín de Huántar. Ése es un pasado tan vergonzante en el presente, que los departamentos más pobres del país son: Cajamarca, Huancavelica, Apurímac, Amazonas, Huánuco, Puno, Cusco y Ayacucho. Salvo Cajamarca, todos los otros sumados no llegan a representar el 12% del PBI del país. Podríamos hacer desaparecer esos departamentos más Tumbes (0.52% del PBI total) y no pasaría nada. Ucayali y Madre de Dios igualmente podrían desaparecer (1.2% del PBI total) sin generar un problema económico. Posiblemente sería un alivio porque es probable que en términos neoliberales se esté subsidiando a estos departamentos, que representan un costo y no obtienen beneficio. Claro, allí están los yacimientos mineros y esos sí son importantes. La gente que habita allí, aparentemente no. En términos de la racionalidad económica vigente, estos departamentos podrían convertirse en huertos o jardines, la población podría ser ahogada en el río, y todos seríamos más felices y más ricos. De allí que no haya políticas de desarrollo. Es más, mientras menos desarrollo, mejor. Se hace un uso más racional en términos costo beneficio del que se hizo nunca.

Si el mercado no se ocupa de la población, mala suerte. Parece que las glorias del Tahuantinsuyo y la fortaleza de la cultura aimará no nos acomodan a los costeños.
Si el mercado no se ocupa de la población, mala suerte. Parece que las glorias del Tahuantinsuyo y la fortaleza de la cultura aimará no nos acomodan a los costeños. Que el colapso del sistema de haciendas bajo el cual se desarrollaron, o no, los espacios de la sierra y sus poblaciones, no han sido asumidos con modernidad. Es decir, no son parte del mercado, ni son parte de la atención del Estado para el desarrollo. No tenían siquiera carreteras asfaltadas hasta la década del 90, aunque desde el gobierno del Gral. Odría se hicieron las carreteras afirmadas. Asfalto en la costa y tierra afirmada en la sierra era una lógica que mostraba la opinión pública de consenso sobre lo que la sierra merecía. Fue la opinión política nacional la que llevó a ese tipo de desarrollo.

La articulación entre la sierra y la costa mediante proyectos mineros, desde el siglo XVI, y más aún desde el siglo XIX, no ha dado como resultado ninguna mejora en las condiciones de vida de la población de esas partes de la sierra. Las riquezas de mercurio y la plata de Huancavelica, que dieron pie al moderno Tren Macho a fines del siglo XIX, dejaron al departamento en un estado tal a fines del siglo XX que los alcaldes bajaron a Lima a caballo en 1997 para dialogar con el presidente de la República... y éste no los recibió. La metáfora se podría repetir casi para cada departamento, y para cada distrito de cada departamento. El resultado de la marginación y la falta de incorporación a la vida económica nacional, conforme el desarrollo económico embargaba a la costa en las décadas entre 1950 y 1970, fue la migración de los varones, jefes de familia. Este fenómeno produjo una feminización de la pobreza en la sierra rural desde la década del 70. La interrogante es por qué, luego de la reforma agraria, la migración a la costa y la selva se mantiene en las décadas del 70 y 80.

Si bien la negación de la sierra —antes y después de la reforma agraria— es mayor que la negación de la selva en cuanto aporte económico, no lo es en cuanto aporte cultural. La selva se encuentra relegada como producto de su propia geografía y de la falta de esfuerzos estatales por articularla al resto del país. El tren de la Sierra Central debió terminar en Tingo María. Ni siquiera el tren llegó allí. Quedó como una zona aledaña que vino a ser reconsiderada en los años sesenta con la propuesta de construir una carretera marginal de la selva que uniera las diversas partes de la selva alta y se entroncara con carreteras transversales que salieran a la costa. Ése fue un proyecto frustrado. Las migraciones a la selva y los esquemas de colonización quedaron igualmente truncos. No fueron revalidados los pueblos que moran en esos espacios donde conviven decenas de culturas estudiadas por diversos institutos como el CETA de Iquitos, por ejemplo. Quedó como un espacio que un grupo de investigadores y misioneros estudian para revaluar la cultura. Para la sociedad peruana quedó abandonada hasta la llegada del narcotráfico, cuando adquirió importancia por las razones equivocadas. Y pasó de la categoría de muy pobre a pobre. Los departamentos en esta franja son: Ancash, Madre de Dios, Loreto, Pasco, San Martín y Ucayali. La historia reciente nos indica que el ascenso de muy pobres a pobres se logra con el incremento de la producción de hoja de coca, y el auge de Sendero Luminoso que brotó con violencia en esas zonas, la excepción siendo Loreto. Los departamentos que tienen mayor aporte de PBI que de población son los vinculados al narcotráfico en la categoría de pobres. En términos de la teoría marginalista, los departamentos cuya contribución al PBI es menor que su contribución poblacional, restan al PBI nacional y por lo tanto son una carga para el resto del país. La realidad política es que dichos departamentos están siendo descartados, mas la población está allí presente y es sujeto de derechos civiles y políticos, además de contar con derechos económicos y sociales. Tienen un capital cultural alto y, como todos los seres humanos, derecho a una vida digna. Éste es un horror ante el cual los peruanos de principios del siglo XXI debemos estar conscientes de la importancia que debe tener el desarrollo de todos los peruanos y de todas las regiones para el futuro del país. La integración del Perú como un solo país comienza por su integración física para llevar a la convivencia plena de culturas diversas de costa, sierra y selva, hasta hoy segmentadas por las raíces históricas del pasado milenario en el espacio nacional. Luego tiene que venir el desarrollo para cerrar las inmensas brechas, donde Lima tiene el récord de aporte al PBI nacional y todo lo demás es ínfimo o muy pequeño.

La geografía de la pobreza muestra que a largo plazo los hombres dejan a las mujeres en el campo, donde ellas siguen trabajando la tierra. La reunificación familiar ocurre con una distancia de 20 años {1972-1993). Las mujeres tienden a seguir a los hombres veinte años después de que ellos las han dejado atrás. En consecuencia, existe una distribución normal de las regiones geográficas donde hay más mujeres que hombres en 1993. Es decir, aunque las mujeres llevan la carga de la extrema pobreza en el campo, a largo plazo migrarán y se convertirán en urbanas pobres (31.9% en Lima y 22.3% en la costa urbana). Esto no ocurrirá con 1a migración de Ia sierra a la selva, donde las mujeres no migran, aparentemente.

Los departamentos no tan pobres o aceptables son los departamentos de la costa y Junín. Junín es conocida como una zona de comerciantes y está articulada a la economía costeña mediante la agricultura. Huasa Huasi es la capital de la semilla de papa que se usa en la siembra en la costa, por ejemplo.

Según el mapa de la pobreza elaborado por FONCODES, hay cuatro categorías de departamentos o divisiones civiles del territorio en el Perú: muy pobre, pobre, no tan pobre y aceptable. La división se hace de acuerdo al porcentaje de población rural que hay en el área geográfica. A mayor participación rural, el área es considerada más pobre. Este criterio es tomado en consideración por FONCODES/UNICEF (1994). Lo que he hecho es utilizar la metodología de Naciones Unidas para ver los indices de masculinidad (número de hombres por 100 mujeres) por departamento. Lo primero que la evidencia presenta es la situación poblacional entre rural y urbana, y la he comparado entre 1972 y 1993.

En promedio, la población rural del Perú se ha reducido entre 1972 y 1993, de 40.5% del total de la población a 29.9%. La población urbana del Perú es un poco mayor que en el resto de América Latina, 79.1% vs. 77%-78% para América Latina como un todo (Naciones Unidas, 1995). En todo caso, el proceso de urbanización es un indicador de modernización. Las sociedades modernas son urbanas y los centros urbanos están mejor provistos para brindar servicios básicos, empleo y esparcimiento que el campo, sin duda alguna.

Luego [...] vemos el número de mujeres por cada 100 hombres en áreas urbanas y rurales. Parece que hay un cambio en el número de mujeres por cada 100 hombres al paso del tiempo. En 1972 había más hombres que mujeres en el país (99.5 mujeres por 100 hombres). Las regiones muy pobres tienen índices de mujeres por hombres mucho más altos, evidenciando que los hombres las dejan atrás en el campo, cuando emigran a otras regiones menos pobres.

Después de una década de reforma agraria, en 1981, al comienzo de las actividades de Sendero Luminoso, el proceso de migración y el desbalance hombre-mujer continúa igual para los muy pobres. Era el quinto año de la declinación económica que había empezado en 1976 y los hombres emigraron a Madre de Dios y Pasco debido a la minería, y a San Martín, Loreto y Ucayali para cultivar coca.

La década de la guerra no cambia el patrón de migración y el balance de mujeres por cada 100 hombres permanece casi igual en 1993 que en 1981 para los departamentos muy pobres, con excepción de Puno y Cajamarca donde se recupera el balance, quizá porque las mujeres siguieron a sus hombres.

La migración hacia la zona productora de coca aumentó, resultando así una reducción de las mujeres por cada cien hombres, de 91.3 a 87.6 en San Martín entre 1981 y 1991 y de 92.9 a 90.6 en Ucayali en el mismo período.

La migración sostenida parece característica de los departamentos no tan pobres. La Libertad y Lambayeque tienen una relación de más de 100 entre las mujeres y los hombres (103.5 y 104.8). Se ha deteriorado desde 1972, después de la reforma agraria, y no ha recuperado su equilibrio, mostrando un flujo de salida permanente de hombres.

Lima, el punto favorito por la migración, muestra que hay 104.3 mujeres por 100 hombres y que dos fenómenos pueden estar ocurriendo: la migración de mujeres a Lima desde los departamentos muy pobres, puesto que sus hombres emigran para producir coca u obtienen sus ingresos en la minería durante los años de la guerra (1981 a 1992) ; y los hombres emigran de Lima hacia fuera, dejando a las mujeres atrás, siguiendo el mismo patrón doméstico. En 1993, Lima (104.3) tenia uno de los porcentajes más altos de mujeres por 100 hombres, sólo después de Ayacucho (105.1), y Madre de Dios (104.5). Los departamentos fronterizos parecen atraer migrantes hombres y en Tacna, Tumbes y Moquegua en 1993 hay más hombres que mujeres.

Se debería señalar que los mayores desbalances generados por la migración desde por lo menos los años 70 (aunque tal vez desde antes) no están de ninguna manera afectados por los programas de retorno después de la guerra. El número total de los que han retornado en 1995-1996 es de 2,960 personas distribuidas por Ayacucho, Huancavelica, Apurímac y Junín, de un estimado total de 600,000. Esto quiere decir que los programas del gobierno para poblaciones retornantes no son lo suficientemente atractivos y numerosos para incluirlas a todas. Desde la evidencia de largo plazo, parecería que la guerra aumentó la tendencia a la migración, aunque la mantuvo en los rangos que existían desde 1972. Para dar una idea de la situación, digamos que Lima duplicó su población entre 1971 y 1993 debido a la migración. Cusco la incrementó, Arequipa y Huancayo mostraron aumentos significativos y en menor medida lo hicieron otras áreas urbanas de la costa.

Se podría decir que en líneas generales el pasado glorioso inca y pre-inca es hoy un territorio abandonado donde hay una población irrelevante, que habla un idioma de segundo nivel, que es campesina y por lo tanto no demanda políticamente como los actores sociales en los centros urbanos, y está constituida en gran medida por mujeres, con lo cual, incluso si demandaran, tendrían poca relevancia.

Se podría decir que [...] el pasado glorioso inca y pre-inca es hoy un territorio abandonado donde hay una población irrelevante, que habla un idioma de segundo nivel...
Se podría afirmar, por lo tanto, que el Perú que entra en la globalización hereda una tara que se acentúa. La tara no es de la población que vive en estas regiones, sino de la clase política y de la sociedad costeña que persevera en ignorar lo que queda arriba del cerro o detrás del cerro, en una referencia evidente a la planicie arenosa de la costa. La respuesta de las poblaciones a esto es el regionalismo cerrado que se observa en Cusco, donde el forastero es mal visto y mal recibido, aunque no su dinero. La respuesta desde el gobierno moderno de los 90 es construir carreteras, postas médicas y escuelas. FONCODES pavimenta, construye puentes; Infes construye escuelas; el Ministerio de la Presidencia instala postas medicas. ¿Es eso atender la pobreza? ¿La pobreza no es acaso la falta de capacidad adquisitiva para cubrir el consumo básico de la persona y/o de la familia? ¿Tiene relevancia este tipo de proyectos en el corto plazo sobre la pobreza de las poblaciones atendidas por los proyectos? En el largo plazo es irrelevante porque se produce la migración. Es necesario invertir en actividades productivas y asistir a los campesinos en el aumento de su productividad agrícola.

Continúa...

© Óscar Ugarteche, 1999, ugarteche@amauta.rcp.net.pe
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